Los arcones que se colocaban al pie de las camas en los dormitorios más elegantes y también en las casas de campo, no solo cumplían una función estética sino que además resultaban de lo más práctico. Eran el lugar perfecto para dejar la ropa de plancha o para lavar, para guardar las mantas de cara al invierno, los juguetes de los niños, los cojines… Y cualquier tesoro que le interesara tener cerca a su propietario.
Con la llegada de las casas más pequeñas, estos muebles llenos de encanto pasaron casi a mejor vida… Hasta que las nuevas tendencias en decoración campestre y vintage los recuperaron. Además, hay modelos para todos los gustos, bolsillos y espacios.
El arcón de la fotografía se llama Charlie Saucer y es el tamaño grande, existiendo otra versión más pequeña. Lo comercializa la firma Little Lucy Willow y uno de sus rasgos más atractivos es su confección artesanal: los paneles están machihembrados y la tapa abatible es de sólidas tablas de roble macizo. Se trata sin duda de un arcón muy bello, pero si no nos queremos gastar los más de cuatrocientos euros que cuesta, podemos inspirarnos en su acabado para crear nuestro propio arcón.
Puedes encontrar arcones similares sin tratar en tiendas de muebles de madera en bruto. Para conseguir el acabado lacado, aplica sobre la madera una mano de selladora acrílica y tres manos de esmalte acrílico blanco satinado, todo ello con rodillo de esmaltar. Para la tapa, colorea la madera con un tinte tono roble aplicado con esponja en la dirección de la veta. Deja secar y da una mano de goma-laca con brocha, que cuando se seque tendrás que lijar con lanilla de acero nº 000. Termina dando una mano de cera a la tapa y deja secar una hora; sácale brillo con un paño, y ¡listo!.