El gresite es un acabado que todos relacionamos inconscientemente con las piscinas, y ya en el hogar, con las cocinas y los baños. Lo normal es verlo en paredes y suelos, formando grandes superficies compuestas de pequeñas teselas (piezas cerámicas de vidrio de colores, normalmente de formato cuadrado) que reflejan vivos colores. El gresite está muy de moda en la actualidad, pero no solo se puede usar para revestir paredes sino que también es una buena idea emplearlo para decorar muebles.
En los centros de bricolaje encontraréis planchas de gresite con las teselas pegadas a finas mallas de plástico, que resultan idóneas para cubrir muebles de líneas rectas. Es muy fácil y queda fenomenal.
Para exterior e interior
Por ejemplo, podéis inspiraros en la mesa que abre este post para coger una idea. Una vieja mesa con encimera rectangular puede ser perfecta para revestirla de gresite y darle un nuevo aspecto, totalmente renovado, muy resistente y altamente original. Una mesa de estas características puede ser perfecta para la cocina por su aguante a la humedad, pero también para el exterior. Y quien dice una mesa dice también un taburete (o más de uno), un aparador, un banco…
¿Cómo se hace?
Para revestir un mueble con gresite tendréis que extender una capa de cemento-cola sobre la superficie a forrar. Lo mejor es hacerlo con llana dentada para favorecer el agarre de las piezas. Hay que intentar hacer coincidir las teselas con la superficie para evitar tener que cortar piezas: para ello, pegaremos la plancha en el centro e intentaremos ajustar los bordes fijando tiras de gresite, más o menos juntas para que terminen por quedar ajustadas. Para terminar tendremos que rejuntear las llagas, utilizando de nuevo cemento-cola (o pasta para rejuntear) del color que mejor nos parezca. Cuando esté a medio fraguar limpiaremos la superficie con una esponja grande y abundante agua, hasta hacer desaparecer todos los restos de producto.