Los aparadores de líneas rectas y sobrias tienen muchos fans, pero también hay quienes los consideran muebles fríos y básicos sin ningún tipo de encanto. Les falta quizás la calidez de la madera, el punto de lo rústico, la personalidad del propietario… Y por eso siempre hay quien tiene excelentes ideas para “tunear” o customizar este tipo de muebles, como podemos ver en las fotos que acompañan a este post.
El propietario de estos dos aparadores, “heredados” de un colegio (aunque también los hay en muchas tiendas de muebles de oficina, de segunda mano o incluso de decoración, a buen precio), decidió darles una vuelta de tuerca y convertirlos en muebles de diseño de la manera más sencilla.
En primer lugar sustituyó la encimera por otra de madera maciza, con los cantos sobresaliendo ligeramente y redondeados con la fresadora (si no tenéis esta herramienta, también podéis suavizar los cantos con una lijadora o un taco y lija de grano medio). Unas cuantas manos de cera color roble aportaron a la madera ese bonito tono brillante, similar al de la miel. Las estructuras se pintaron con un esmalte negro, así como los laterales, para dar todo el protagonismo al nuevo revestimiento de madera.
Pero sin duda lo más llamativo son las puertas. Las originales, de melamina, se retiraron para hacer unas nuevas a base de listones y tableros de madera reciclados, conseguidos sin coste ninguno en carpinterías y almacenes que los iban a convertir en serrín. Cada tabla se cortó a la medida y se coloreó o barnizó de un color. Para hacer las puertas, se cogieron varias piezas dispuestas en sentido vertical y se unieron por el revés con tablas, formando un marco. En la foto de la derecha podéis ver cómo el marco se une a la estructura con una elegante bisagra plateada.