A veces no es necesario montar una estantería o construir una mesa para disfrutar del bricolaje. Pequeños proyectos llenos de funcionalidad nos están esperando: tan solo es necesario tener ganas de ponerse manos a la obra, y también un poco de imaginación. El salvamanteles que veis en la foto de la izquierda es un ejemplo perfecto de lo que te estoy contando: es original, divertido, práctico, barato y ecológico. ¿Qué más se le puede pedir?
Si quieres aprovechar esos corchos de las botellas de vino que siempre aparecen por todos los cajones, sigue los pasos que vienen a continuación y tendrás un salvamanteles tan bonito como el nuestro, sobre el que podrás apoyar la cazuela más caliente sin miedo.
Necesitarás entre treinta y cuarenta corchos de vino de tamaños similares, además de silicona incolora, un cuchillo bien afilado, un lápiz grueso, regla y una brida muy larga. En primer lugar, localiza el más corto de los corchos y mídelo; tendrás que marcar el resto y cortarlos para dejarlos a su altura, si no quieres que tu salvamanteles quede “cojo” o que las cazuelas se tuerzan peligrosamente sobre él.
A continuación, pega los corchos con silicona incolora y ve formando un círculo con todos ellos. Busca los más bonitos o mejor conservados para el exterior; otra posibilidad es pintar todos los corchos de distintos colores, para crear un salvamanteles de lo más pop. También puedes barnizarlos en diferentes tonos de madera si quieres un estilo rústico, o aplicarles una mano de pintura metalizada en aerosol para un efecto vanguardista.
Forma el círculo cuidando que quede regular y deja secar la silicona; y para reforzar el objeto y darle ese toque industrial y “bricolajero”, termina rodeando los corchos pegados con una brida larga negra. No olvides cortar el sobrante de la brida tras apretarla bien, y así el resultado te quedará impecable. Más fácil, imposible…